Mientras los directivos buscan el sucesor de Mano Menezes, cesado hace un par de días, Fluminense consiguió un triunfo por 1-0 en su visita a Once Caldas con una anotación del argentino Germán Ezequiel Cano y una noche perfecta del arquero Fábio en el estreno del Grupo F de la Copa Sudamericana.

Con el técnico interino, Marcão, el equipo de Río de Janeiro se impuso en su primera salida en el certamen para ponerse líder de la zona y ahora se alista para recibir en la segunda fecha a GV San José de Bolivia, mientras que el cuadro blanco visitará a Unión Española de Chile.

Este martes, en el estadio Palogrande de Manizales, el 'Flu' mostró sus credenciales a partir del minuto 30 cuando Cano aprovechó un centro preciso del colombiano Jhon Arias ante la pasiva marca de Jerson Malagón.

Su cabezazo resultó imposible para el portero James Aguirre, que prácticamente había sido un espectador hasta ese momento.

A partir de ahí, el Tricolor se montó en el partido y estuvo cerca de aumentar el marcador en otro cabezazo de Cano, esta vez asistido por René, pero la pelota fue controlada por Aguirre.

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Antes del descanso, Once Caldas hizo méritos para el empate con los remates de Dayro Moreno y Michael Barrios, pero el portero se hizo cargo de la situación y le permito al visitante irse al vestuario con la ventaja después de sus dos paradas y de la buena conexión de la dupla Arias-Cano.

Afectado por no concretar las opciones, Once Caldas fue perdiendo chispa, se fue llenando de amarillas y exageró con la media distancia producto del desespero.

El técnico Hernán Darío Herrera puso toda la carne en el asador para ir por el empate pero los cambios no surtieron el efecto esperado y estuvo más cerca el Tricolor del segundo porque en una jugada individual de Serna, de cabeza Lezcano estrelló una pelota en el vertical.

Al final, los ánimos se caldearon y el partido se abrió por completo. En las contras falló el equipo brasileño cuando el local estaba jugado. Ni Arias ni Everaldo pudieron cobrar y Fábio se confirmó como figura con una atajada a Dayro para dejar la historia inalterable.

EFE